Conozco ese lugar desde incluso antes de nacer, es como mi segunda casa. Todos deberíamos tener un lugar así. Uno donde poder descansar solos, tu, tus pensamientos, tus problemas, y donde solo importes tú. Yo, si pudiese me pasaría allí el resto de mi vida.
Me paro, me tumbo, veo, observo y me quedo mirando como va hacia delante y con mucha delicadeza se va alejando de mis pies. Escuchando como se forman las olas y de nuevo rompen. Sintiendo ese cosquilleo de la espuma que te recorre cada dedo del pie. Quedarme quieta, muy muy quieta en la orilla, que venga la ola, y me arrastre un poco, y así dejarme los pies cubiertos de arena. También me encanta ir andando hasta la otra punta quedarme alli unos minutos muerta de cansancio, contemplar las diferencias de la otra punta y volverme de nuevo colocando mis pisadas sobre las que ya están formadas en la arena por otras personas.
MARINA SOBRINO
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