El calor de la familia, sentir que, aunque no sea tu propia casa, ni el lugar donde vives los 365 días del año, aun así, siempre va a quedar un hueco para tí, cuando quiera escapar de la rutina, despejarme, siempre va a estar allí.
El olor de sus calles, la sensación de frescor, el sonido del mar, cuando rompen las olas, los neoprenos mojados y llenos de arena, ese acento, coger un buen moreno de piel, de Donostia, los pinchos de los bares, tres montes, y una isla con medusas, personas de verdad.
Si pudiera, no dudaría en pasar más de un mes en aquella ciudad, norte es vida, ilusión, y mi segunda ciudad de alguna forma.
Y espero no perder esto nunca, esta sensación de libertad, que me hace engrandecerme cada año que la visito.
Y si, puedo decir que es la ciudad mas bonita de la península
BEA MONTERO
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